...Las deposité en una botella y las hice a la mar...

sábado, 21 de agosto de 2010

Efrén Rebolledo. Vida y obra


Efrén Rebolledo es el seudónimo de Santiago Procopio, poeta y diplomático mexicano nacido en Actopan, Hidalgo el nueve de julio de 1877. Si bien nació y creció en un ambiente de menesteres económicos, tuvo el talento y capacidad suficientes para desarrollar, no sólo carrera en el servicio exterior mexicano, también como poeta y en ese ámbito, -el de las letras- se ha caracterizado por la temática erótica e intensa de su obra.

De Efrén Rebolledo se exalta que obtuvo una beca del Instituto Científico y Literario de Pachuca, para continuar sus estudios y que se recibió como abogado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su vida encontró las primeras nociones de poesía a temprana edad, pero es hasta 1899 que se da a conocer como poeta, es en el periódico El Mundo que ve publicado su primer poema, Medallón. Es de suponerse que a partir de esos momentos el mundo literario se ocupará de sus trabajos y en consecuencia, en nuestros días se le recuerda por ser quién introdujo el erotismo en la poesía mexicana y por ser de los primeros que llevaron a las letras de nuestro país, el japonismo.

Cabe decir que Rebolledo forma parte de esa lista de autores que fuera de México cultivaron y vieron nacer muchas de sus obras. Al respecto, el autor realizó su carrera diplomática paralela a la de poeta. Mientras era Cónsul de México en Guatemala (1901-1907) aparecen los siguientes trabajos: Cuarzos (1902), Más allá de las nubes (1903), Hilo de corales (1904), Estela y Joyeles (1907) y Rimas japonesas (1907).

Durante su estadía en Noruega escribe Joyelero y Saga de Sigrida la Blonda, las dos de 1922. Por supuesto la obra de Rebolledo abarca otros títulos, pero en estas líneas cabe precisar los trabajos que realizó fuera del país.

A pesar de sus prolongadas ausencias de México, su obra era comentada en la prensa literaria por otros autores como José Juan Tablada, de hecho el texto de Tablada titulado “Máscara”, sirve más tarde como prólogo de Joyeles.

Entre las publicaciones donde se hablaba de Efrén Rebolledo, destacan la Revista Moderna, misma que albergó varias de sus colaboraciones. A propósito, se debe decir que un dato interesante en su vida literaria corresponde al trabajo en equipo que realizó con López Velarde para dirigir también una revista, la llamada Pegaso, en la que publicó muy poco.

Como ya se ha mencionado, dos actividades fundamentales se circunscriben en la vida de Rebolledo, la de diplomático y la de literato; en la primera fungió como tercer secretario de la legación mexicana para Centroamérica y cónsul de México en Guatemala;fue primer y segundo secretario de la legación de México en Tokio y encargado de negocios de México ante Japón; primer secretario de la legación mexicana en Noruega, consejero en Bruselas, jefe de protocolo, primer introductor de embajadores y embajador en Cuba y embajador en Chile.

La anterior exposición de parte de su currículo significa también un detonante inspirador, pues del desarrollo de su vida cotidiana en cada uno de estos países, absorve los detalles culturales de éstos y da cuenta de sus impresiones en algunos de sus trabajos. Por si fuera poco mencionarlo, es en esta circunstancia de extranjero que una parte considerable de su trabajo nace.

Estudiosos en la materia, como Allen W. Phillips, distingue cuatro etapas en la vida literaria de Rebolledo y señala que ésta estuvo condicionada por sus estancias en el extranjero. La primera etapa se inicia con la publicación de su primera novela El enemigo y termina con la aparición de Joyeles. Una segunda etapa es la de influencia japonesa, en este periodo se da a conocer Rimas japonesas y su obra se nutre con una tercia de libros: Nikko, Hojas de bambú y Caprichos.

La tercera etapa que señala Phillips es la de su regreso a México hacia 1916 y significa un periodo de productividad literaria, encontramos en este año que aparece Caro victrix, y Libro de loco amor. Otros de sus trabajos durante su estadía en México son El desencanto de Dulcinea y Salamandra de 1919.

Nuevamente sale de México con destino a Noruega y es publicada Saga de Sigrida la Blonda y Joyelero, ambas cierran su vida literaria y el 10 de diciembre de 1929 muere en Madrid.

Ciertamente el autor se caracteriza por la temática que aborda en sus trabajos y de todos ellos los que mayormente son citados son los sonetos de Caro Victrix y Salamandra, de este último, Luis Mario Schneider señala que “es la novela breve que compendia de manera fascinante el bizantinismo, dandysmo y afrancesamiento de la vida nacional de finales y comienzos de siglo”.

No hay que perder de vista el contexto social en que nace esta novela y la corriente en la que se adhiere, el modernismo, pero como tal no sólo lo encontramos manifestado en la literatura, tiene alcances en la pintura, la escultura, el dibujo y el grabado, de tal forma que se observa en el modernismo una forma de exaltar la vida y exaltarla implica para autores como Rebolledo, plasmar y plantear las virtudes de los sentidos y las intensidades experimentadas por el hombre desprendidas del amor carnal.

Es de suponer que Rebolledo conoce de lo que habla o lo ha vivido muy de cerca, más allá del ejercicio del locutor poético o del narrador, Benjamín Rocha apunta al respecto: “Rebolledo no puede, no quiere, no sabe ser un poeta descaradamente autobiográfico y su dolor que, al fin humano, habrá de tenerlo en grado sumo queda oculto tras la exquisita elegancia de su verso”.

Pero no sólo de su verso, también de la prosa que encontramos en Salamandra. De este trabajo cabe apuntar distintos aspectos. Primero el contexto en el que se ha escrito, se trata de una sociedad en la que la moral dominante es la católica y predomina una cultura machista que niega la sensualidad, se vive en la hipocresía, así como en la represión. Se experimenta una doble moral, sin embargo Rebolledo irrumpe con una trama en donde la protagonista, Elena Rivas llama la atención por sus características, no es el prototipo de la mujer de la época y por si esto fuera poco “es la novela más art-nouveau de nuestro modernismo y la primera en que surge la capital post porfiriana. Al centro y al margen de la lucha armada la influencia estadounidense desplaza a la francesa. Elena Rivas –a medias diabolique y a medias flapper- es ya la mujer nueva que anuncia el mundo a punto de surgir entre las ruinas de la guerra”.

Si bien se anuncia algo novedoso en la novela que es en sí misma la protagonista y el ambiente en el que se desarrolla la trama, Rebolledo no deja de lado ese depurado lenguaje de sus descripciones, lo cual denota ese afán por pulir sus obras y por lo bello.

Sobre la estructura de la novela, llama también la atención que está dividida en cortos capítulos encabezados por frases que pertenecen también al texto.

Sobre la historia, hay que mencionar que está presente el erotismo llevado a un nivel de utilización para conseguir someter a la víctima, Elena Rivas se antoja una libertina de acuerdo con Octavio Paz, “el libertino necesita para satisfacer su deseo, saber (y para él saber es sentir) que el cuerpo que toca es una sensibilidad y una voluntad que sufren”.

Desde luego que en Salamandra, Eugenio León y Elena Rivas representan en cierta forma esa figura del libertinaje donde el sadomasoquismo es su punto central, sin víctima no hay libertino.

Salamandra conjuga belleza, sensualidad, claras referencias sobre Sade y Baudelaire, una prosa elaborada donde las descripciones recrean a la sociedad aristócrata de la época y esos ambientes lo mismo de frivolidad que de lujo.

Son temas la perversión, la belleza y los sentimientos más bajos de una mujer que subsiste con una mascara sofisticada, para llevar a cabo su objetivo. Es una novela que trata también de esos nexos de dominio entre dos personas, quizá en la historia de Rebolledo, llevado al extremo.


Bibliografía

Martínez, José Luis. Literatura mexicana del siglo XX 1910-1949. México, SEP-CONACULTA, 1990.374 pp

Pacheco, José Emilio. Antología del modernismo. T1 UNAM, México 1970. 375 pp

Paz, Octavio. La llama doble. Amor y erotismo. México, Seix barral, 1993.223 pp

Phillips, Allen. Cinco estudios sobre literatura moderna. SEP, 1974. 183 pp

Rebolledo, Efrén. Salamandra. Caro Victrix. México, Factoria, 128 pp.









Justicia

El idealista adolescente suspira decepcionado, por fin comprende que la virginal Señorita Astrea es inalcanzable. Temis la reemplazó en otro tiempo como diosa de la justicia y Zeus –su papá-, le otorgó lugar entre las estrellas como recompensa a su lealtad.

“Pero bueno, si Astrea es imposible se encuentra Dice, –la Señora Justicia- progenitora de Concordia, Rectitud y Virtud y ella no fallará.”

Lo que no sabe el esperanzado idealista, es de las tantas decepciones que sufrirá con la voluble Dice. Y es que hasta en las mejores familias sucede, porque la Señora Justicia tiene su historial de pecadillos: La conveniencia de corruptores que le coquetean desde siempre.

Eternidad

-¿Cómo y dónde desea pasar la eternidad? –Formuló el ambicioso y proactivo vendedor de la llamada agencia, “Y vivieron eternamente felices…”

El mustio político, renegado defensor de Marcial Maciel, desertor del PRI, traidor perredista y hoy ventajoso adepto de Acción Nacional, respondió parafraseando de memoria a John Kenneth:

“Aunque todo lo demás falle, siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular.” Y agregó cínicamente.

-¿Tan sólo por mis leves resbalones se hablará de mí a perpetuidad? Quiero algo más. Sugiérame… ¿Qué me ofrece?

Convencido de que una sonrisa vende más que mil palabras, el hombre extendió un muestrario titulado, “Gran catalogo de seres y estares para la inmortalidad”, sin dejar de observar con malsano interés al politiquillo.

Ansioso, el panista hojeo listados de las más variadas opciones registradas intencionalmente sin ningún tipo de orden. Se detuvo por fin para releer las tres que iniciaban una página y llamaron su atención.

1.- Los pecadores arrepentidos tocarán el arpa al lado del trono de Cristo.

2.- Un monumento de características a elegir.

3.- La esencia de los valores humanos.

Por un instante dudó en preferir la número uno. No lo pensó más, estaba resuelto.

-Sabe amigo, la primera opción me inquieta, pero se lee muy aburrida y la tercera honestamente -aunque no me lo crea- ni la entiendo, mejor algo visible. Que todos me vean… ¡Quiero el monumento!, uno sencillito cerca de la Catedral, por aquello de mis creencias.

-¡Qué así sea! –Sentenció el vendedor.- Hasta las palomas lo van a honrar.

Muerte

Niña, habitas en mi cuerpo todavía serena con tu misión insalvable, como destino melancólico bajo la piel.

Aún no te sé del todo, más reconozco tu efigie de mil rostros delirados por el vendaval en los desiertos del tiempo.

Es el minuto a minuto graníticamente fino que fluye por volverme a la noche más larga.

¿Quién podría evitar tu perenne verdor, ciprés incorruptible?

Ni siquiera un largo invierno de amaneceres borrascosos.

¿Recuerdas que tu escuálida sombra ya me había rozado a penas de gélida caricia? Justo en tierras fecundas de bellas posibilidades truncadas, cuando echaste raíces a raudales y no podía aceptarte, sólo presenciar con la afonía de la derrota.

Nada puede negarte, pero desde mi inútil osadía renegué tres veces de no comprender que eres una de las certezas de la vida. Porque finalmente sentí tu pálpito en la intuición, en tanto sumabas con dedos lívidos sus historias y desvaneciste la memoria del ser, igual que arcoíris consumado por el ocaso.

Tus maniobras extinguieron su hálito. La flama. El fin de la pausa suspendida en el infinito.

Acto seguido, susurraste absoluto silencio.