...Las deposité en una botella y las hice a la mar...

sábado, 21 de agosto de 2010

Eternidad

-¿Cómo y dónde desea pasar la eternidad? –Formuló el ambicioso y proactivo vendedor de la llamada agencia, “Y vivieron eternamente felices…”

El mustio político, renegado defensor de Marcial Maciel, desertor del PRI, traidor perredista y hoy ventajoso adepto de Acción Nacional, respondió parafraseando de memoria a John Kenneth:

“Aunque todo lo demás falle, siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular.” Y agregó cínicamente.

-¿Tan sólo por mis leves resbalones se hablará de mí a perpetuidad? Quiero algo más. Sugiérame… ¿Qué me ofrece?

Convencido de que una sonrisa vende más que mil palabras, el hombre extendió un muestrario titulado, “Gran catalogo de seres y estares para la inmortalidad”, sin dejar de observar con malsano interés al politiquillo.

Ansioso, el panista hojeo listados de las más variadas opciones registradas intencionalmente sin ningún tipo de orden. Se detuvo por fin para releer las tres que iniciaban una página y llamaron su atención.

1.- Los pecadores arrepentidos tocarán el arpa al lado del trono de Cristo.

2.- Un monumento de características a elegir.

3.- La esencia de los valores humanos.

Por un instante dudó en preferir la número uno. No lo pensó más, estaba resuelto.

-Sabe amigo, la primera opción me inquieta, pero se lee muy aburrida y la tercera honestamente -aunque no me lo crea- ni la entiendo, mejor algo visible. Que todos me vean… ¡Quiero el monumento!, uno sencillito cerca de la Catedral, por aquello de mis creencias.

-¡Qué así sea! –Sentenció el vendedor.- Hasta las palomas lo van a honrar.