...Las deposité en una botella y las hice a la mar...

domingo, 8 de noviembre de 2009

MANIFIESTO DE LOS CREADORES


Los autores, compositores y artistas, como cualquier ciudadano, pagan impuestos, IVA, tenencias, predial e impuesto sobre la renta, por la docencia, las conferencias, las asesorías, las labores administrativas y los servicios profesionales que desempeñan a fin de poder vivir para su vocación.
Los creadores son los únicos ciudadanos del país que pierden su obra al morir, porque las creaciones pasan al dominio público, 75 años después de muertos y sus familias no heredan el derecho de explotar esas obras, con lo cual la sociedad las confisca, las convierte en patrimonio de la humanidad y cualquiera puede usarlas y explotarlas comercialmente.
Ningún contribuyente, al morir, pierde su banco, ni su empresa, ni su tienda, ni su taxi, ni su rancho, ni su casa, ni sus muebles, y sus descendientes heredan los bienes que crearon sus ancestros, mientras que el escritor pierde su obra y solo hereda el honor y la gloria, algo tan eventual que pocos alcanzan y tan efímero que pronto se olvida.
El oficio del creador no es superior al de otros trabajadores, simplemente es diferente, porque la naturaleza del trabajo creativo no se agota en un acto, sino que se genera a través del tiempo y ya plasmado en una hoja, una partitura, o en un escenario no se consume en un instante, porque las obras artísticas se venden lentamente, aunque las ideas se quedan para siempre en el que las disfruta, transformándolo.
La exención autoral no favorece a ciertas personas sino a cierta actividad, la creación intelectual, que tiene una naturaleza diferente y no es un servicio profesional que se presta y se cobra mediante un recibo de honorarios , porque las inversiones de tiempo y esfuerzo de muchos años, no son comparables ni equivalentes con las deducciones fiscales de un solo ejercicio.
¿Cuánto tiempo tarda un poeta en engendrar un poema, un dramaturgo en crear un drama, un narrador en generar una historia, un compositor en componer una canción, un coreógrafo en imaginar una coreografía, un director en concebir una película, un fotógrafo en encontrar una imagen, un caricaturista en desnudar al poder? Se invierte más en la creación que lo que se recibe de derechos de autor. Este déficit fiscal merece subsidios no gravámenes.
Las recaudaciones a través de las sociedades autorales no son cuantiosas, por lo que el fisco, si se aplica el 35% del I.S.R., recaudará no más de 70 millones de pesos, demasiado poco, si se piensa en el gran daño que representa el desaliento a la creación y el empobrecimiento cultural de la nación.
Un país, con diez millones de analfabetas por una educación deficiente, culpa del Estado; un país que no tiene acceso a los bienes culturales por una falta de política cultural; un país con una situación económica difícil (desempleo, recesión, pobreza extrema) culpa del Estado, no debe gravar el derecho de autor, base de las industrias culturales, tan endebles y raquíticas, culpa del Estado, ni desalentar la creación que alimenta el espíritu, ya que se carece del alimento del cuerpo, culpa del Estado.
Deben considerarse los aspectos fiscales de proporcionalidad y equidad a favor de los creadores, ya que su trabajo creativo reviste características muy peculiares que le distinguen de cualquier otra actividad remunerada y, en consecuencia, debe gozar de un régimen fiscal especial, ya que la explotación de sus obras genera una infinidad de actividades sobre las que el Estado incide obteniendo importantes beneficios económicos de manera directa o indirecta.
El autor enfrenta una situación económica incierta a futuro, puesto que al ser eventual su labor no tiene una adecuada o amplia protección en el campo de la seguridad social.
La creación autoral ha sido reconocida como de interés público en las Constituciones Políticas de México de 1824, 1857 y 1917; en plenas luchas insurgentes, civiles y revolucionarias, forjando una nación y jugándose la vida, los constituyentes tuvieron tiempo de pensar en proteger los derechos autorales.
Los aztecas, esos bárbaros que sacaban corazones con cuchillos de obsidiana y se comían a sus enemigos, declaraban "libres del pago de pecho y tributo" a los tlacuilos, los escritores de entonces, "porque son escribanos de todo lo que ha pasado y lo que pasa, y dan a entender todo, son estimados porque componen y cantan todo lo pasado y lo que pasa y lo que creen, y saben sus historias y todo lo de sus creencias y son sabios en esto y muy tenidos…" Los antiguos mexicanos alentaban la creación, los nuevos mexicanos atentan contra ella.


México a 23 de enero de 2002


Sociedad de Autores y Compositores de México Roberto Cantoral
Sociedad General de Escritores de México Víctor Hugo Rascón Banda
Sociedad Mexicana de Artes Plásticas Julio Carrasco Bretón
Sociedad Mexicana de Directores Gilberto Gazcón
Sociedad Mexicana de Caricaturistas José Luis Diego
Sociedad Mexicana de Coreógrafos Patricia Aulestia
Sociedad de Autores de Obras Visuales Grissel Vistrain
Sociedad Mexicana de Autores de Obras Fotográficas Enrique Gallart (Pendiente)
Sociedad Mexicana de Escenógrafos Félida Medina(Pendiente)
Portadora de la petición al Congreso de la Unión para derogar el gravamen a los creadores firmada por autores de Nuevo León y 14 estados del país Leticia Vargas