...Las deposité en una botella y las hice a la mar...

domingo, 18 de octubre de 2009

Poeta




José Cruz Camargo Zurita
Poeta
Ciudad de México.




Prescindo de ídolos abrillantados de lucecitas fugaces que enaltecen su atavío de banalidad mediática, en altares moldeados bajo la lógica de la mercancía; por eso distingo al hombre, al consecuente que asume su talento y se atreve a darle sentido genuinamente liberándolo del silencio y del anonimato.
Te escribo a ti, con el afecto y el respeto que me inspiras, aunque no encuentro palabras precisas que me permitan expresar en este modesto mensaje, mi fascinación por tu obra.
No pretendo un escrito de lisonjas, tan sólo saludar tu arte e intentar transmitir por qué eres uno de los descubrimientos más interesantes y significativos de mi juventud.
Déjame contarte un poco acerca de otro tiempo, cuando te conocí. Aún recuerdo la tarde de un Verano sin humedecer. La calidez de sus horas no dominaba el repentino spleen de mi adolescencia.
Me refugiaba en la lectura y en el fabuloso periplo por la música, más allá de la acostumbrada por mis viejos y mis hermanos mayores.
Hice míos los boleros y sones de Benny Moré, los tangos interpretados por Emilio Tuero y las melodías de arrabal en voz de Orlando Contreras. Crecí escuchándoles a ellos, entre tantos otros de épocas pasadas; pero también me cautivó demasiado pronto la cultura del rock y su rebeldía innata, registrada en discos clásicos de algunos grandes mitos que escuchaban mis hermanos.
Poco a poco definí mi identidad musical nutrida de irreverencia, pasión, sentimiento y poesía. Eran momentos trascendentales porque se develaban ante mí nuevos horizontes creativos vinculados a la literatura, pensaba que cada canción narraba una historia y que cada disco es una compilación de historias o una historia completa.
Mi primer disco lo adquirí en el tianguis cultural del Chopo, “Como la cabeza al sombrero” de “El último de la fila”. Semanas después regresé al mismo puesto de discos por el “Thick as a brick” de Jethro Tull. ¡Qué buen estímulo para el intelecto!
Como te decía, fue aquella tarde -un viernes-, Venus a penas se dejaba mirar y tras el cristal de mi ventana las sombras de una frondosa bugambilia iban diluyéndose con el violeta del cielo vespertino.
Saboreaba la nostalgia de una ausencia y sin esperarlo, de las bocinas de una grabadora sintonizada en la extinta “Espacio 59”, se dispersaron las primeras notas de “Azul”. Subí el volumen. Al cabo del tema, ya ansiosa por saber de quién era la voz y los versos añiles que le ponían fondo musical a mi tristeza, atendí sin pestañear a la locutora:
“...Azul, de Real de Catorce...”
Me sorprendí alegremente y sospeché que un destello así de poesía no podía ser único, tuve inmensos deseos de conocer el resto de creaciones de aquella banda. Regresé al Chopo y conseguí mi tercer tesoro, simplemente: Real de Catorce.
No me equivoqué. Desde el inicio:
“...Una música lenta y azul/ recargada en la tibia quimera/ despidiendo un anhelo que va en autobús...”
Hasta el final:
“... Detrás de una sombra/ se ampara la muerte./ La muerte esa noche es/ el premio mayor...”
Luego de esta secuencia de señales del destino, supe que el alma y la magia de esa voz, pertenecían a un hombre llamado José Cruz.
Me sentí orgullosa de mi hallazgo. De ahí en más, estuve pendiente de cada novedad discográfica. Y feliz si coincidía con alguien en el gusto por tu música, como sucedió con otro José, –mi amigo entrañable de esos años- asiduo seguidor de tus recitales. Fue la feliz coincidencia que cultivó nuestra amistad.
Maravillados por la lírica de tus composiciones y tu entrega en cada ejecución, sosteníamos que la retama siempre bella de palabras y notas musicales, era primero y principal: Virtud de tu persona. Con ella me acompañaste desde esos ayeres, sin que tú lo supieras, en una especie de viaje iniaciático, viaje sin retorno por otro sendero hacia la palabra profunda que florece. Contribuiste sustancialmente a volverme adepto de la poesía, para toda la vida.
Y es verdad que el camino no fue ni es sencillo, porque vivir no es el vacío, así como existen armonías posibles y felices, perviven miserias en este mundo de altivos y prepotentes. Despojos que tornan la vida como una agonía sin fin.
Es cierto que no basta la poesía para reivindicar la soledad e imponerse a la corrupción y la injusticia, pero cuan reveladora resulta a la conciencia, en tanto permitimos que su esplendor penetre nuestro interior. Sucede una catarsis casi sagrada, la esterilidad de la apatía cede a la resistencia y a la revolución personal.
“...Sostente de pie/ la vida es la bronca/ las nubes se van/ da vuelta a la hoja...” ¡Conmovedor el tiempo poético volcado en cada una de tus composiciones! El mismo que tuve el privilegio de descubrir y compartir a cada ser que amo y amé. Especialmente a quien me enseñaba de estrellas y de luna y en el acto de compartir yo le desvelé un caudal invaluable: Los generosos versos del que canta a la existencia y sus avatares. José Cruz.
Hice lo propio con quien ha sido mi buena conciencia, mi salvación en el naufragio. Compañero en el destierro y en tierra firme.
¿Por qué no descubrirle a otros tu poesía que tan dignamente nos has compartido?
Disculparás el haber tomado ese derecho, pero creo que transitar por esta vida sin conocer tu obra, es perderse una de las bondades que alberga este mundo. Quizá sería como vivir un poquito menos, porque la experiencia de la poesía desde el autor, es un acto de comunión. Un acto de Eros. Y en la experiencia del receptor, constancia de la existencia.
Así bien, las oleadas de tu talento dan cuenta –por citar un ejemplo- de lugares vivos y diversos en el paisaje urbano de la ciudad y del México profundo, el de los excluidos y los rostros anónimos relegados por los pusilánimes del régimen burgués, al oprobio y el olvido. Al respecto, qué más puedo resumir aquí que no sea conocido, José. La esperanza, la certeza, la buena noticia es que continúan surgiendo expresiones artísticas, como la tuya, que son antítesis de las que inventa por moda, la usurpadora industria de la canción ligera y prostituta.
Si yo tuviera siquiera una minúscula luz de talento, habría escrito sin mayores pretensiones un verso en el que atinara pronunciar mi admiración por ti. Pero sólo puedo decir gracias por estar, porque sin pedírtelo tampoco, hice un pacto tácito contigo desde hace tiempo: Sostenerme en pie y dar vuelta a la hoja. Y después del naufragio, aferrarme a la salvación. Nadar, nadar entre la tormenta hasta alcanzar tierra firme.
Hoy como ayer sigues atemperando mis ausencias, nostalgias y tribulaciones a través de tu música que me significa además, consuelo y desahogo.
Te confieso: Eres mi compinche poético. El interlocutor que me responde con silencios y cadencias, pero sobre todo con palabras fecundas.
Hace poco más de 20 años que sucedió mi afortunado encuentro con tus letras y sigo pensando que fue un hecho tan influyente y determinante como la experiencia del amor en plenitud. Tú también me enseñaste sobre un deleite que la escuela no enseña.
Sean pues estas líneas, celebración y agradecimiento por tu obra y tu ejemplo que alumbra. ¡Grande poeta!

Te abraza epistolarmente.

Gabriela.







El autor del video: "La forma que encontre para hacerle un pequeño homenaje a José Cruz, fundador de Real de Catorce, gracias por esas canciones llenas de misticismo, magia, poesia y talento perenne..."



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